Pero no abandonemos todavía Alcalá del Júcar ya que aún podemos encontrar río abajo un rincón en el que el color y el estilo mediterráneo contrastan con la decadencia de antiguas casas abandonadas que lo abrazan y rodean.
Bienvenidos a Tolosa
Así es, siguiendo aguas abajo desde Alcalá del Júcar y antes de llegar al Tranco del Lobo, el cual ya vimos en anteriores entradas, nos encontramos con esta aldea tan peculiar.
De su pasado no sabemos mucho pero seguimos encontrando en la ladera del río esas oquedades y cuevas que una vez fueron casas y graneros musulmanes y eremitorios por lo que podemos hacernos la idea de que sus orígenes se enlazan con los de Alcalá del Júcar.
En algunos documentos antiguos se habla de que en el año 1750 ya existían en este lugar unos batanes propiedad de una familia de apellido Tolosa. Se trataba de máquinas que por la acción y fuerza del agua del río golpeaban con grandes mazas los textiles para conseguir tejidos más tupidos.
Actualmente es una aldea que durante el verano se llena de vida por los turistas que se alojan en sus casas rurales y navegan en kayak pero que a la llegada del otoño y el transcurso del invierno queda completamente deshabitada.
A medida que avanzamos en coche por el camino que conduce hasta este lugar comenzamos a ver señas que nos indican que esta población gozó en el pasado de una mayor importancia en turismo y pronto veremos que, también, en número de habitantes.
Un gran cartel años 70 de lo más interesante desde el punto de vista vintage.
Antes de llegar paramos en un viejo embarcadero invadido ahora por una vegetación exuberante.
Y paseamos un rato por la orilla del río y entre la arboleda que la recorre.
Y de nuevo encontramos vestigios de lo que una vez fue Tolosa. Infraestructuras de iluminación engullidas por la maleza y pereciendo al paso del tiempo.
Aún se conserva el cableado y los lavaderos a los pies de las farolas.
Ya en la aldea bajamos a una pequeña playa donde se realizan actividades fluviales durante el estío.
Un paisaje en el que vale la pena detenerse.
Entrando ya en el pueblo empezamos a ser testigos del contraste entre sus casas alegres y coloridas...
y las ruinas de las calles y viviendas que ascendían por la ladera rocosa del Júcar.
Pero echemos antes un vistazo al pueblo vivo, a su carácter mediterráneo y sus pintorescas callejuelas.
Una arquitectura rústica llena de color y una explosión de naturaleza que nos abruma por el camino.
Hacemos una breve parada en la fuente que, cogiendo el agua de un manantial subterráneo, abastece los antiguos lavaderos públicos.
Según vamos caminando el entorno va envejeciendo y el camino de subida se va deteriorando a cada paso.
Viendo la siguiente foto debo decir que encontramos restos de vehículos el la parte más alta y abandonada de la aldea por lo que tendréis que ir deduciendo de los senderos que a penas se van a ir intuyendo que eran utilizados para el tráfico rodado, por imposible que parezca.
Nos topamos con la entrada a una cueva, muy probablemente usada en la época musulmana. Como aquellas que hemos estado en zonas altas e inaccesibles de la ladera pero ahora esta a nuestro alcance.
Desgraciadamente el peligro de derrumbe es muy elevado y no es sensato arriesgarse a tener un accidente. Sin equipo y sin que nadie sepa que estamos ahí es mejor ser prudentes.
Las farolas aún se alzan sobre un camino que ya ni se distingue.
Intentemos ver el interior de alguna de las casas que aún se mantienen en pie pero podemos observar el mal estado en que se encuentra el tejado.
Restos de abrevaderos y unas escaleras que suben. Pero el alto riesgo de derrumbamiento nos impide ir más adentro.
Seguimos encontrando más. Vuelvo a insistir en que los coches subían hasta aquí.
Llegamos a otra con la puerta abierta donde la luz nos permite observar mejor el interior.
Desde esta última que acabamos de fotografiar vemos que ya estamos a una altura considerable y decidimos ir bajando para concluir la visita.
Y hasta aquí el reportaje de hoy. Con esto terminamos nuestra visita por Alcalá del Júcar pero el viaje continua por las hoces de este río. Comenzamos por el Santuario del Cristo de la Vida, continuamos por el Tranco del Lobo, después el Castillo de Ves que ahora es un cementerio, acabamos de pasar por Alcalá y nuestra última parada la haremos aguas abajo, en el poblado abandonado de la presa de El Molinar. Os aseguro que no tiene desperdicio pues es el que se conserva más intacto pero eso será más adelante. Antes visitaremos otros lugares de la geografía ibérica. Me seguís?