Y al llegar a tierras de Ves descendimos a la cripta de un viejo santuario y grabamos el interior de un decrépito cementerio antaño fortaleza musulmana pero aún quedaba algo más, por lo que nos dejamos llevar por el rumor de aquellas aguas que cubrían una antigua presa, y tras la presa un poblado abandonado, y su vieja central, y aquellos ya desaparecidos molinos harineros,...
Bienvenidos al embalse de El Molinar
Última parada en la Villa de Ves y es que tras visitar el Santuario del Cristo de la Vida y los restos del castillo ahora cementerio no podíamos dejar de bajar unos metros más hasta el nivel de las aguas de nuestro ya querido río Júcar. Pero vayamos poco a poco pues largo es el trayecto y mucho lo que nos encontramos en él.
Para intentar entender lo que vamos a ver comenzaremos hablando de los inicios industriales de esta región los cuales se remontan a dos molinos harineros de época musulmana situados en los márgenes del río Júcar. Una vez más vemos aquí como la historia se repite en la forma en como se utilizan los más antiguos emplazamientos y edificaciones de viejos oficios para ir construyendo a través de los siglos la industria moderna que hoy conocemos.
En 1898 un empresario llamado Enrique Gosalvez Fuentes obtuvo los derechos de explotación del río Júcar y sus márgenes desde Villalgordo hasta Villa de Ves para abastecer una pequeña central hidroeléctrica de corriente continua ubicada sobre los viejos molinos que suministraba energía a su empresa papelera de Villalgordo.
Al otro lado del mundo, a finales del siglo XIX, el científico Nicola Tesla realiza el descubrimiento de la bobina transformadora de corriente alterna la cual permitía disminuir la intensidad aumentando el voltaje para poder así transportar la electricidad por un tendido eléctrico a través de largas distancias de forma segura y sin perdidas de energía. Pero la Revolución Industrial derivada de este descubrimiento que moderniza las técnicas de producción y terminará iluminando hasta el último rincón del planeta aún tardará en llegar a nuestro país en el cual aún se utilizan viejos candiles en los hogares y las industrias funcionan con centrales térmicas de carbón y vapor altamente contaminantes o pequeñas hidroeléctricas incapaces de transportar electricidad más de unas decenas de metros.
Es por esto que en 1901 la empresa vasca Hidroeléctrica Ibérica compra los derechos de explotación adquiridos por Enrique Gosalvez y en 1907 se fusiona con una asociación de empresarios vascos naciendo así Hidroeléctrica Española.
Entre 1907 y 1909 se construye la primera central hidroeléctrica de corriente alterna que abastecerá entre otras ciudades a Valencia y a Madrid. Esta central recibirá el nombre de El Molinar en recuerdo de aquellos molinos harineros de siglos de antiguedad.
La primera infraestructura con la que nos encontramos es la presa de derivación de aguas cuya función no era embalsar si no retener el agua para aumentar el caudal en un punto y derivar parte del cauce por un canal de cuatro kilómetros hasta la central eléctrica situada río abajo y, por tanto, con menor elevación que la presa para finalmente dejar caer el agua por unos tubos contra las turbinas.
Hoy en día solo se pueden ver los restos de la presa cuando baja el cauce de las aguas tal y como vemos en la fotografía en donde observamos los restos de la casa de compuertas y del canal de derivación.
La presa ya no existe ya que fue dinamitada para construir en 1952 el embalse que hoy podemos ver.
En la fotografía se observa con mejor detalle los restos del canal y de la casa de compuertas.
Comparamos con como era:
También sabemos que en este punto, bajo las aguas donde se construyó esta presa, se haya el lugar en el que se alzaba uno de los dos molinos harineros y que fue construido durante el siglo XIX.
La segunda infraestructura que nos encontramos es el poblado de El Molinar pero antes de hablar sobre este lugar en el que centraremos el grueso de este reportaje debo hacer mención de que es en sus inmediaciones en donde se encontraba el otro de los dos molinos harineros. De él sabemos que se menciona en las relaciones topográficas de Felipe II en 1575 y en el catastro del Marques de la Ensenada en 1750 y que data de la época musulmana.
Dejamos atrás la vieja presa y el embalse hasta encontrarnos con lo que una vez fue el hogar de los trabajadores de esta obra pionera en la península.
La Villa de Ves era un pequeño pueblo de pocos habitantes y muy alejado del progreso que estaba por venir y es que ninguno de sus vecinos podía imaginar que su región se convertiría en la primera fuente de energía alterna de toda España y que grandes ciudades como Madrid y Valencia se conectarían a ellos para solucionar el gran problema del crecimiento demográfico que aún vivía sin las comodidades de un abastecimiento eléctrico completo.
En poco tiempo se vieron invadidos de cientos de trabajadores que se desplazaban allí con sus familias y de un intenso tráfico de maquinaria dispuesta para realizar una obra que jamas se había hecho antes. Y para ello se construyó un poblado que albergaría a los ingenieros, técnicos y capataces y se dotó de escuela, iglesia, plaza y economato.
Vayamos entrando en él poco a poco.
La primero que nos encontramos. Me atrevería a decir que es un aljibe que recoge el agua de la ladera de la montaña. Continuemos.
En una época en la que los españoles eran muy dados a creer en la tiranía de un dios, las iglesias estaban a la orden del día y crecían como champiñones en los sitios más innecesarios.
La iglesia es el edificio que mejor se conserva como suele ser habitual en la mayoría de pueblos y aldeas abandonadas.
Una de las cosas que más aprecio cuando visito estos olvidados lugares son los antiguos suelos hidráulicos que tan a menudo encuentro. Una técnica de fabricación hoy en día desaparecida.
Salimos al exterior del templo para continuar nuestro recorrido.
Y entramos en una casa que ha seguido siendo usada por otros visitantes.
Y para ser sincero me quedé con muchas ganas de rescatar el cuadro que se ve en la esquina inferior izquierda, sobre todo porque en una visita posterior que realicé lo habían destrozado.
Seguimos avanzando y ya os habréis fijado, siempre con mis compañeros peludos de cuatro patas.
Me llamó mucho la atención las decoraciones infantiles de esta casa por eso debo mencionar aquí que esta aldea fue en parte rehabilitada hace ya bastantes años por una empresa llamada trivalia.org. Se transformó en un albergue con 50 plazas y tres casas rurales con una programación de actividades en la naturaleza. Aún pude encontrar en el ayuntamiento una fotografía en la que se ve el pueblo rehabilitado:
Pero claro está que nada dura eternamente y el estado actual es definitivamente ruinoso.
Finalmente la empresa cesó su actividad en este lugar y volvió a quedar abandonado.
Vaya, yo tenía un juego de esos vasos para ir a pasar el día a la piscina cuando era pequeño. Vayamos visitando mas casas.
En algunos momentos cuesta abrirse paso entre la vegetación para acceder a alguna de ellas.
Debemos tener en cuenta que los trabajadores de menor rango, los peones, no se les permitía vivir en estas casas. La mayoría se alojaban con sus familias en pequeñas cuevas y oquedades de la ladera de los cañones. Levantaban un muro para intentar cerrarlas y hacer algo parecido a una casa pero la verdad es que Hidroeléctrica Española obligaba a vivir a sus trabajadores como cavernícolas. Como veis, la precariedad no es algo nuevo.
La siguiente es la casa de ingenieros.
Aunque estos no vivían aquí esta casa les hacía las veces de hotel ya que las obras les exigía permanecer durante muchos días seguidos en el lugar.
Aunque parezca estar entera el interior es inaccesible por múltiples derrumbamientos del techo.
Seguimos paseando entre los restos del pueblo y encontramos más hileras de casas.
A menudo también encontramos por el camino líneas de alta tensión tiradas por el suelo.
Sólo hay que fijarse en los techos para ver el riesgo que entraña introducirse en estas ruinas.
Continuamos descendiendo el camino para encontrar la orilla del río.
Pero encontramos más casas devoradas por la vegetación.
Aun quedan en pie los restos del antiguo canal de la presa de derivación que avanzaba hasta la central hidroeléctrica.
Aun quedan en pie las señales que nos advierten de variaciones bruscas del nivel del agua. Como no, con absurdos disparos de cazadores.
Y es que ya estamos dejando atrás el poblado y llegando a lo que se conoce como túnel del champiñón.
Recibe este nombre debido a que una empresa conquense lo utilizó para el cultivo de champiñón entre los años 1975 y 1985 pero en 1982, la riada que destruyó el pantano de Tous también afectó al embalse de El Molinar haciendo crecer el nivel de las aguas y destruyendo el acceso al poblado. El nuevo acceso, que es el actual, dificultaba demasiado la entrada de camiones por lo que la empresa abandonó definitivamente el cultivo.
Desde aquí entramos en la última fase, la central hidroeléctrica. Podemos acceder a ella bien atravesando los tres kilómetros que tiene este túnel o bien por el exterior en donde recorreremos un camino de lo más pintoresco.
Y finalmente aparece ante nosotros.
Un regalo para la vista que resulta la mejor de las recompensas para tan largo trayecto.
Como veis el edificio se encuentra en estado de ruina total por eso no quiero terminar este viaje sin mostrar lo que una vez fue esta central. Una infraestructura que nos trajo la electricidad y nos introdujo en los avances del siglo XX.
Con esto terminamos nuestro recorrido por tierras de Ves pero nuevos destinos nos esperan. Quiero hacer mención sobre el blog de un paisano de la región que ha conseguido documentar con gran exactitud y esmero parte de la historia de la Villa de Ves y como no, de la central hidroeléctrica. Por tanto, os dejo el enlace a través del cual podéis seguir el viaje por este maravilloso enclave. Pincha el link inferior y yo me despido hasta la próxima entrada. Espero que os haya gustado y nos vemos en la siguiente aventura.
Pincha: OLMO DE VILLA DE VES
3 comentarios:
¡Hay tres perros en las fotos, pero faltan cinco!
Hola y gracias por el reportaje, yo tengo 42 años y cuando era pequeña a cura de mi barrio, la Malvarrosa en Valencia capital,le dieron la concesión durante 10 años para usar el poblado del Molinar, mi padre, mis tíos y mucha gente mas, con dinero que puso el cura de su bolsillo, arreglaron el Molinar,que estaba abandonado, para que todos los niños de mi barrio y alrededores que estaban en mala situación económica, pudieran ir allí de campamento 15 días, yo jugaba allí, mientras mis padres trabajaban, tengo recuerdos preciosos. Gracias.
Muchas gracias Raquel por compartir tu historia con nosotros. Te invito a que si conservas alguna fotografía de aquella época la compartas. Un saludo
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